domingo, 21 de noviembre de 2021

El tranvía ya había recorrido la mitad de su trayecto cuando tú llegaste a él. Lucías un cuerpo apretado dentro de tu inmensa juventud, aquella juventud que es una desgracia cuando no se acompaña de todo lo demás. Nos pudimos acercar, nos rozamos y nos dimos.

La instrucción enseña a uno, sólo a uno, el otro no aprende nada. Siempre me pareció más intensa e interesante la indagación, que della aprendemos todos, dijo el diablo. Aun así, te hice a mi modo, te dominé, por eso te quise.

Comimos perdices, mangos, pastel de pescado. Bebimos cerveza, vino, agua mineral. Fuimos a París, a aquel sitio en el que nos sirvieron sopas de plástico, visitadas por cucarachas traviesas. Pero cuando llegamos a la isla yo ya pedía que bajaran el volumen de la música; mientras, tú bailabas.

Crecieron los abedules y los elefantes. Los naranjos nos regalaban con sus frutos todos los otoños, si querían. Sentimos terremotos, inundaciones, desgracias. Juntos. el río siguió sus curso irremediable, a veces rojo, a veces azul. Llegando al mar veo como tú emerges desde la colina. Ahora eres mi Electra.

Mientras maduras, me pudro. Pero piensa que las biznagas tienen todas los mismos jazmines.

No hay comentarios:

Publicar un comentario