El Nudismo y el Naturismo son dos tendencias hoy en boga que
frecuentemente se confunden entre sí.
El Naturismo consiste en una serie de creencias
destinadas a alcanzar la casi inmortalidad adoptando un estilo de vida armónico con la naturaleza. Actitud que se aplica a las diversas conductas cotidianas. Ocasionalmente, incluye el Nudismo.
Sin embargo, nudistas son los que se creen que ir en pelotas es algo conveniente para su equilibrio
físico y moral. Y de eso es de lo que queríamos hablar.
Porque algunos biólogos y antropólogos nos dicen que el ir desnudos
es de lo más antinatural.
Basan su teoría en que los genitales de casi todas las especies vivas
(incluidas las vegetales) suelen estar protegidos de alguna manera y, habitualmente, ocultos. Que sí, que al
perro o al gato les tenemos que levantar
el rabo para ver si es
chico o chica. Y los monos (salvo cuando están satisfaciendo el
onanismo) se tapan el sexo.
El hombre se hizo bípedo liberando sus manos, que se
convirtieron en el medio de manifestar el intelecto. Así pues, los genitales de hombre y mujer pasaron a exhibirse
en un primer plano.
Y como la naturaleza es sabia inventó la vergüenza.
Que arrancó con la hoja de
parra y desembocó en el tanga y los gayumbos, destinados a
protegerse las partes nobles. O sea, que lo natural es taparse, no ir mostrando.
Las manifestaciones de la histeria se adaptan a los tiempos, dijo un
pensante. Seguramente, una manera moderna de llamar la atención es ésta de
publicar los líos mentales a través de un blog.
Pero otra, indiscutible, es lo de ir en pelotas por la playa y demás lugares.
A mí no me gustan las playas gregarias, con
bañistas metidos los unos en las sombrillas de los otros. Prefiero los litorales
salvajes que, aunque escasos, aun quedan por nuestra costa. En mi pueblo hay
una extensa franja de duna salvaje, la mitad de la cual ha sido reservada para
los nudistas (erróneamente calificada como “playa
naturista”). Cuando vas paseando, un letrero que te invita a
despelotarte te advierte de que estás a punto de traspasar hacia la zona
desnudista. Dice: “TU
CUERPO ES BELLO, NO TE AVERGÜENCES DE ÉL”. Bueno, habrá de todo.
Yo no me avergüenzo. Pero reconozco que a
estas alturas de mi evolución corporal he conseguido unas hechuras simiescas que me anuncian como apropiado
para ir a la playa el ataviarme con un meyba modelo Fraga en Palomares. Sin
embargo sigo utilizando el mismo tipo de braga
olímpica speedo de
nadador años setenta que yo vestía en aquella época cuando
lucía estilo en mis competiciones natatorias. Unas tallas más, por supuesto.
Pues bien, cuando llego al límite de ese
libertario mundo suelo dar la vuelta y regreso hacia el origen de mi paseo. Sin
embargo, ocasionalmente, he penetrado en la zona del despelote. Puesto que la
libertad es o no es, yo no me quito el bañador, porque me considero a ese
respecto naturista y sólo me saco el pajarito cuando es estrictamente
necesario: me preocupa que pueda pasar un escualo mientras me estoy bañando y me lo
arranque de un mordisco.
Los más que abundan por allí son ejemplares masculinos solitarios con su colgante al viento. Y para que los pendones
cundan, sus dueños los masajean a toda hora, en todo momento,
poniéndoselo morcillón,
lo que les hace crecer en lucimiento. Algunos con tanto
ahínco que resultan hasta un poco marranos.
También es un ejemplar característico el de
la treintañera que luce sus emergentes tetas recién operadas. Prótesis de silicona
de las que brotan puntas de pitón de “Vitorino”.
Y ostentando los bajos tan rapados como la cabeza de
un marine americano.
Más allá me encuentro a un cetáceo tumbado panza arriba. Del final de su
barriga cuelga una enorme huevera que descansa sobre la arena. Surgiendo
del escroto relucientes destellos que deslumbran al transeúnte. Siento
curiosidad por averiguar el origen del resplandor. No sin esfuerzo (había yo
cambiado las progresivas por las gafas de sol sin graduar) descubro que
provienen de un bosque de piercings con los que el cachalote de los huevos de oro se había pinchado los cojones.
Durante el paseo compruebo que aquel que se acerca agitándosela
disimuladamente es un conocido, antiguo amigo al que hacía tiempo que no veía.
Él me reconoce, se alegra de verme. Se la suelta y se viene hacia mí. Me saluda
efusivamente, me da la mano (la misma mano diestra con la
que agitaba su ariete). Y yo, ¿qué hago ahora? Esto me pasa por mi afición a
entrometerme en caminos
vedados. Resignación, y adelante.
Más para allá me encuentro, regodeándose, a
unos jóvenes padres despelotados que atienden a sus tres cachorros también en pelotas, jugando y
comportándose con toda naturalidad.
Junto a los antedichos ha plantado su jaima una “textil” familia “Ulises” (los que aprendimos a leer con
el TBO nos acordamos de la “familia Ulises”)
constituida por tres generaciones, incluida doña
Filomena (la suegra). Con
sus neveras portátiles y sus tapergüeres (eso que los de la época del TBO
llamábamos fiambreras). Parece que no encontraron sitio apropiado para
instalarse en los varios kilómetros disponibles de playa no nudista.
También contemplo como disfrutan un grupo
de hippies veteranos, ya algo decrépitos. Ellas
lucen lampiño pincel sexual que no pone inconvenientes a su
incontinencia y unas tetas caprinas equiparables a un par de calcetines con una moneda de a euro
dentro. Ellos, exhiben la degradación natural de sus cuerpos a los setenta y
tantos, mientras restriegan las almorranas sobre las sillas de playa bajo sus
sombrillas.
Otro de los cuadros de esta exposición se
compone de una sujeta de mediana edad a la que el día de
playa le ha pillado a mitad de su periodo
de regla. Yace tumbada sobre la arena, espatarrada de manera que
permite enseñar el cordoncito que sale de las profundidades de su entrepierna. Entran
ganas de acercarse y tirar de él a ver si se le enciende una lamparita que le ilumine toda la maripili. Pero superamos
la tentación de intentarlo porque, lógicamente, lo que nos iba a aflorar era un tampón impregnado de detritus mestruales.
Las dunas sirven de pedestal a un nota que enseña su “don del Arcángel San Gabriel”.
Por si alguien no lo sabe, en la poesía
erótica medieval italiana, dicho don simbolizaba el hecho de haber sido
agraciado por el cielo con un enorme cipote.
Pues bien, el nota más feo que Picio él, puesto en jarras sobre la arena, enseña sus “encantos” ocultos. Es, sin embargo, un seminudista, porque de
cintura para arriba luce una camiseta del Valencia
Club de Fútbol. Parece que quisiera decir ¡mirad cómo la tenemos los del
Valencia! Y es que si lo
más interesante que dios le ha dado al cuerpo de uno es algo que lo debe de
llevar siempre encerrado, bien estará que tenga ocasión para presumir de ello
alguna vez.
No me asustan los nudistas. Exhiben su afición de contravenir normas y convencionalismos. Y ¿cuál mayor que
el vestido? Ello, sin duda
despierta mi afinidad hacía ellos. Porque sin molestar, cada
uno tiene derecho a hacer lo que quiera. Y el nudismo,
practicado con naturalidad puede ser elegante.
Aunque no estoy de acuerdo en reconocerlo como algo natural.
A mí lo que lo que me da miedo de las playas son los raqueteros que le dan a la pelotita sin
contemplaciones y, si te descuidas, te dejan tuerto.
Pues lo que os he contado es la realidad de un paseo por la playa de mi pueblo.
Oye, muy buenas tus observaciones sobre las playas “nudistas”.
ResponderEliminarMe alegro de que te gusten
EliminarUna vez más, gran artículo.
ResponderEliminarPero una pregunta, cuánto tardaste en lavarte la mano, tras ese inesperado encuentro????
Un abrazo.
Si hay que lavarse, tenemos todo el Mediterráneo para ello. Y toda la arena de la playa por si hay que restregarse. Pero después de tantos años entre mierdas y puses, uno ya no tiene ascos...
EliminarMe alegro de que te guste el artículo.
Saludos.
Oye, muy buenas tus observaciones sobre las playas “nudistas”.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me alegro de que te guste
EliminarLo he leído. Es bueno, pero complicado.
ResponderEliminarEs fácil. Es tal como lo cuento
EliminarEs muy bueno.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con lo que planteas. Deberías tener una columna de opinión en algún diario.
Me alegro de que te guste.
EliminarYo creo que si tuviera una columna de opinión en algún diario, acabaría en la cárcel. Mejor el blog.
Es buenísimo. Tal es así que ya te lo está leyendo mi familia y mis amistades.
ResponderEliminarGracias por el envío, Un abrazo.
Me alegro. Un abrazo
EliminarNo importa si estoy de acuerdo, o no, con el contenido de tu artículo. Lo realmente importante es que todavía me estoy descojonando de la risa y que me has alegrado la mañana.
ResponderEliminarGracias
Hay que descojonarse de todo lo que uno pueda.
EliminarMe alegro.
Saludos
Esta crónica de tu paseo playero te ha salido especialmente ocurrente.
ResponderEliminarNo sé cómo puedes sacar punta a tantos detalles cotidianos. Pero consigues hacerlo y sobre todo hacerme sonreir.
Lo que no es poco en estos tiempos que corren.
Gracias.
Te deseo un buen verano
Un abrazo
Gracias a ti por tus comentarios.
EliminarUn abrazo.
Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarMe alegro.
EliminarMe gustó.
ResponderEliminarFeliz verano.
Un abrazo.
Igualmente.
EliminarUn abrazo.
Muy divertido y creativo tu texto. Me he reído mucho y a demás es
ResponderEliminarbien cierto..
Un abrazo.
Esa era la intención.
EliminarUn abrazo.
Muchas gracias, lo leeré estas vacaciones.
ResponderEliminarUn abrazo.
Espero que te guste.
EliminarSaludos.
Hola!
ResponderEliminarMe alegra ver que sigues bien, vivito y coleando. :-)
He leído alguna vez tu blog, pero la verdad, no podemos pensar más diferente, así que no te extrañe si no lo visito.
Un besote fuerte
Decía un proverbio oriental que si todo el mundo estuviera del mismo lado, el mundo volcaría.
EliminarAsí que es bueno para el mundo que tú y yo pensemos de forma diferente.
Un abrazo.
Ha empezado usted repartiendo calificativos despectivos a todo nudista que se encontraba con su speedo maxi talla y acaba diciendo que le parece bien contradecir las normas. Seguro que acabó retozando con alguno o quizá alguna, quien sabe. Al menos entrega al onanismo seguro que hubo, con pecho operado o Arcangel San Gabriel.
ResponderEliminarQue suena a Dosel!
He comenzado riéndome de mí mismo para poder continuar riéndome de los demás. Que la vida, ni la suya ni la mía, está hoy para tomársela demasiado en serio.
EliminarMi intención primordial fue (por si usted no pudo entenderme) la de poner en evidencia la cutrez de este tipo de playas existentes en nuestro litoral. Ni punto de comparación al ambiente de las playas de otras regiones (Baleares, por ejemplo), donde uno puede ir en pelotas con toda naturalidad.
Así que le puedo asegurar que tras contemplar el susodicho panorama, nunca he sentido la necesidad de retozar con nadie. Vamos, ni tan siquiera de cascármela.
Saludos.
Ahora parece que ha conseguido usted explicarse algo mejor. Me sorprendió la condena y después postrera absolución.
ResponderEliminar¡Dios me libre de condenar a nada ni a nadie!
ResponderEliminarMe alegro de que me haya entendido mejor.
Procuraré esmerarme algo más la próxima vez.
Gracias por su puntualización.
Saludos
Ocurrente y simpática narración de su experiencia; cargada de bastante veracidad. Pero yo opino que hay algo más, capaz de abrigar otros aspectos (http://jose-maria-naturalmente.blogspot.com.es/2013/04/naturismo-y-amor-la-vida-natural.html).
ResponderEliminarMuy interesante la entrada de su blog. Yo me tomé el tema de una manera más jocosa, usted con más filosofía.
EliminarYo quise criticar el ambiente que se respira en las playas nudistas de los alrededores de mi pueblo, que es bastante cutre. La actitud de muchos de los que allí están no es más que una impostura.
Hay momentos en que a uno le apetece ir en pelotas (por ejemplo, cuando va a practicar el sexo), y en otros se siente más cómodo vestido (por ejemplo, si hace frío). Y ya está. Lo natural es hacerlo sin tener que justificarse.
Aunque sigo pensando, tal como nos dicen algunos antropólogos, que es más “natural” protegerse las partes nobles que lucirlas en público.
Gracias por su opinión.
Saludos
Bueno, me parto. Lo he leído y me he reído muy a gusto, porque lo que dices es verdad.
ResponderEliminarDel nudismo, siempre he creído lo que cuentas. Para mí, donde esté un cuerpo de mujer, como belleza, que se quite el de cualquier hombre!!
¡¡Eso es que no me has visto en porreta!!
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