Con las bombas que tiran,
los fanfarrones,
se hacen las gaditanas,
tirabuzones.
Que las hembras cabales,
en esta tierra,
cuando nacen ya vienen,
pidiendo guerra…
RAFAEL DE LEÓN
La
copla española, que en la actualidad es tan despreciada por nuestro pijerío, ése al que sólo le fascina lo anglosajón, fue admirada y respetada por toda
la intelectualidad de principios del siglo pasado. Ello fue porque tuvo la
capacidad de poner en solfa (y con letra) las situaciones sociales más
variopintas de una manera mucho más estética que cualquier cantante protesta
actual (la prostitución: “Ojos verdes”, “La bien pagá”; el adulterio: “La otra”;
el bandolerismo “las coplas de Luis Candelas”; el machismo: “Lola puñales”; el
alcoholismo: “La Parrala”, etcétera, etcétera). La estrofa citada, aunque
dedicada en su origen a Napoleón (que sufrió su primera derrota en Bailen,
pequeño pueblo español que desencadenó su decadencia), podría aplicarse al tal
Picardo y a cualquier otro pirata británico.
En
mi opinión, lo que pasa con Gibraltar no es más que la consecuencia de que la
vulgaridad española se ponga, acomplejada, en postura de Wenceslao (es decir,
poniendo el culo en pompa) con todo lo que suena a anglófilo, renunciando a
nuestras costumbres, idiosincrasia, e incluso al idioma (ejemplo de ello fue la
Botella y su discurso en inglés y los gilipollas que se le burlaron, que aunque
se lo mereciera, tampoco lo hubieran hecho mejor).
Franco
utilizó Gibraltar para burlar el bloqueo internacional. La muestra más
representativa de aquella época fueron las primeras medias de nylon. Y ahora, Gibraltar les sirve a los gánsteres españoles para blanquear lo trincado (que para eso, los
ingleses ya tienen Jersey). La roca siempre le fue provechosa a España. Los
arrogantes llanitos, moros venidos a más, son ahora los palancaneros de la
mafia española.
Los
ingleses pueden meterse el pedrusco por el agujero en el que les quepa. Y
debemos cuidar que el turista británico continúe siendo el más numeroso en nuestro país
(siempre que estén civilizados, que para borrachos ya tenemos bastantes aquí), para que sigan dejándonos sus libras.
Pero
hay que hacer respetar lo nuestro. No perdamos el culo por lo foráneo. Y no
estemos ya pensando en la manera de vestir de mamarracho a nuestros niños en el
próximo Halloween.
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