Hay ciertas ridiculeces que
deben ser dichas, y para eso existe el filósofo. Al menos Platón declara
literalmente, del modo más formal y en la coyuntura más solemne, que el
filósofo tiene una misión de ridiculez. (Véase el diálogo Parménides). No creamos que es cosa tan fácil cumplirla. Requiere
una especie de coraje que frecuentemente ha faltado a los grandes guerreros y a
los más atroces revolucionarios. Estos y aquellos han solido ser gente bastante
vanidosa y se les encogía el ombligo cuando se trataba, simplemente, de quedar
en ridículo.
JOSÉ
ORTEGA Y GASSET
Efectivamente,
la libertad de expresión facilita que muchos acabemos haciendo el ridículo.
Pero, como recuerda el filósofo, para hacer el ridículo hay que tener un par…
Pero, como recuerda el filósofo, para hacer el ridículo hay que tener un par…