Llegó el verano. Nos preparamos para pasar nuestro periodo vacacional.
Queremos descansar y divertirnos. Pues, ¡terrible idea!
Saldremos de casa, nos meteremos en las carreteras. Pero ¿llegaremos a destino? ¿no seremos una de las innumerables víctimas que caen diariamente en uno de los muchos accidentes de tráfico?
Si tenemos la gran suerte de llegar a destino, deberemos protegernos de esa criminal ola de calor que nos podría matar achicharrados. Porque, vaya sorpresa ¡en verano nos va a hacer calor!
Si sobrevivimos al calor, e intentamos darnos un baño, las probabilidades de ahogarnos son inmensas. La cantidad de bañistas que han perecido en lo que va de verano, en playas o piscinas, se cuentan por cientos.
Si el baño es de mar, y no nos hemos ahogado, los bancos de medusas nos van a mortificar con sus picaduras, provocándonos unos shocks anafilácticos que nos dejarán tiesos. Este año, la terrorífica fauna se ha extendido a diversas especies de escualos, capaces de dejarnos, de un bocado, sin pirulín.
Y, si hemos decidido pasar unos días en el monte, seguro que cualquiera de los infernales incendios que se extienden por toda la superficie forestal nos dejará como una botifarra.
Vamos, que si creíamos que durante el verano nos íbamos a librar de la rastra de catástrofes que habitualmente nos suelta cualquier noticiario, íbamos aviados. Si queréis disfrutar de unas felices vacaciones, enviar a la mierda todas las fuentes de información diaria.
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