Esos franceses fabricantes de neumáticos
encontraron un chollo para comer gratis a lo largo del mundo en restaurantes
de lujo. Pero su actitud viciosa se ha vuelto contra ellos
mismos.
La cocina es una forma de artesanía.
Aquel cocinero que se considere artista, que ofrezca arte
en vez de culinaria, es un verdadero timador. Está requiriendo un falso reconocimiento
encaminado a sacarle la pasta a su cliente (la pasta gansa,
por supuesto).
Vemos como esos cuchapanderos fabrican
sus historiadas elaboraciones, muy artísticas pero que saben a demonios.
Unos aplican complicados sistemas de cocción inventando marranadas
incomestibles. Otros deconstruyen platos originales que
ya habían alcanzado su forma definitiva. Ofertando minidosis pensando que no
nos merecemos más de su arte. A precios exorbitados. Aderezados con
los microbios
que sueltan al tocarlo todo con las manos. Y no sabemos si son de
los que se las limpian antes o después de haber meado.
Si un cirujano, en vez de corregir los defectos
orgánicos del cuerpo de los enfermos, se dedicara a confeccionar composiciones
artísticas con las tripas de sus pacientes, adornándolas con florecitas
o con trozos de sus hígados o bazos, llegaría a ser considerado como un artista
por la sociedad actual (antes de ser ingresado en un manicomio) pero mataría
a los pacientes. Pues eso es lo que han hecho los nuevos cocineros, asesinar
a la gastronomía.
Los premios dignifican a los que los otorgan, a costa de quienes los reciben.
Pues bien las estrellas Michelin las obtienen cocineros que no tienen vergüenza y que se
dedican a deshonrar la artesanía culinaria y a degradar a aquellos que se
dedican realmente a cocinar. Cada vez hay más gente que huye de
los restaurantes recomendados por la guía Michelín, o que hayan
conseguido alguna de sus estrellas. Hoy, las estrellas Michelin son
una lacra para muchos restaurantes.
Ahora, con la “crisis”, quiebran y cierran estos
negocios, talleres de la guarrería, disfrute de papanatas
y cursis. Nos alegramos mucho de ello. Esperamos que esos negociantes dejen
aparte su petulancia y vuelvan a dedicarse a la cocina, moderna pero
comestible.
Y los de Michelín se pongan a lo suyo, a
fabricar ruedas, y dejen de enredar en el mundo gastronómico.
Uno de los aspectos buenos de esta crisis, y creame que los ahí, es que ha depurado, en parte, el mercado laboral. Imagínese esos chapuzas y sus chonis que ganaban entre los dos algo menos de 2000 euros al mes y que pagaban una hipotéca de más de la mitad de su salario a la calle y además desahuciados. Y bueno nuestros "egregios" cocineros, maestros, como usted dice, en la deconstrucción de la tortilla de patata. Tampoco me haga mucho caso, pero entre herejes tenemos que ser sinceros. En fin felices vacaciones y saludos.
ResponderEliminarEl chapuzas y su choni desahuciados, se lo creyeron en su momento, y abusaron, llevando a España al desastre que vivimos. Pero ahora habitan pisos sociales y cobran sus 400 euros (ochocientos en total), y el resto lo sacan mediante economía sumergida, continuando con sus chapuzas. Así pues, nos siguen conduciendo a la mierda.
EliminarPero, volviendo al tema, afortunadamente los egregios cocineros se están pasando de moda. En fin, gracias por sus comentarios. E, igualmente, feliz verano.