martes, 7 de julio de 2015

EL DELEGADO

A mediados del siglo pasado, en mi etapa escolar, tuvimos ocasión de elegir al delegado de clase. El más popular de entre los alumnos era un chico con déficit intelectual, adscrito al programa de integración. Con crueldad infantil, demostramos nuestra indiferencia hacia el autoritarismo profesoral escogiendo como representante a aquel pobre muchacho.
Hoy los españoles, vengando a sus ladrones y arrogantes adalides, han otorgado responsabilidades a (calificados con su propio estilo libertario) diversos friquis: una que se queja de que no le comen la almeja; otro, hermano tonto del eslabón perdido, chancero de víctimas de crímenes varios; o la guarra meona de Barcelona.
Nuestro oligofrénico escolar, contento con su elección, no ejerció; la inercia social continuó sin necesidad de representante; no hubo problemas. Suponemos también que estas nuevas piñoras electas no pondrán a trabajar su neurona. Así que, desde atrás, seguirán mandando los de siempre.

6 comentarios:

  1. Dice usted que a mediados del siglo pasado en su colegio existía un oligofrénico en un programa de de integración(?), yo no se a que colegio iría utd, pero en esa época (franquista) a estas personas no se les permitia el acudir a escuela y los padres casi tenian que tenerlos escondidos, por lo demás me parece apreciar que no está muy de acuerdo con el resulatdo de las urnas. Añoranzas de otras épocas?, no me lo creo (o sí)

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    1. En primer lugar, agradecerle su interés en leerme y, sobre todo, por replicarme.
      Efectivamente, durante la década de los 60 del siglo XX (cuando yo estudié el bachiller) no existían los denominados programas de integración. Pero a numerosos colegios privados y públicos (entre ellos el mío) acudían chicos con déficit físico o intelectual que, además de ser tratados con cariño por todos, complementaron nuestra educación en valores personales y sociales. Es una verdadera lástima que usted fuera educado en colegios donde rechazaban y escondían a dichos chavales. Se le nota. Si hubiera sido llevado a un colegio como el mío, además de no ser tan intolerante, es posible que no cometiera tantas faltas de ortografía como las que se aprecian en sus escritos.
      Que me agraden o no los resultados electorales es mi derecho, y algo que a usted no le importa. Le recuerdo que el Contrato Social democrático consiste en asumir lo que decide la mayoría. No en tragar las chorradas sectarias de partiditos que obtuvieron escaso porcentaje de votos. Porque para eso, nos quedamos con Franco, Stalin o Mao: el que usted prefiera.
      De todas formas, por si es de su interés, me alegro del reciente vapuleo electoral a partidos repletos de arrogantes o ladrones.
      Saludos.

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  2. ¿Gana siempre quién tiene la lengua más afilada?
    "Ridicule" es una película francesa del director Patrice Leconte. Está ambientada en la corte decadente del rey Luis XVI en la que el estatus social puede mejorar o caer en desgracia dependiendo de la habilidad de cada uno para imponer chistes ingeniosos y evitar ponerse en ridículo saliendo de difíciles compromisos mediante el uso del "mot juste" en una sociedad cortesana excesivamente "précieuse" donde el falso ingenio lo era todo para destacar.
    !Véala, sr. Martí, véala!

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    1. No sé si dicha película está relacionada con las actitudes que cito en mis comentarios o, más bien son mis propios comentarios los que le han recordado la susodicha historia. O ambas cosas
      Así que tendré que verla para salir de dudas.
      De todas formas, gracias por su consejo.
      Saludos.

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  3. Me temo que no. Los recién llegados, con deficiencias o no, tienen ganas de ejercer el gobierno y el poder por añadidura. Parece que mucha gente ya tiene la respuesta a lo que va a pasar. En mi caso prefiero darles un margen de confianza, tras titubeos y errores iniciales propios de la bisoñez de gente advenediza, pero que se merece una oportunidad. Si la desaprovechan, patada en el culo, como en algunos casos se ha hecho con tanto corrupto.

    Saludos y buen verano!

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    1. Efectivamente, les damos el margen de confianza. Sin embargo, una perversa intuición nos tienta a pensar que ni saben hacia donde van, ni parece que van a encontrar el camino. Pero esperaremos.
      Reconocemos que han servido para quitarnos de encima a esa panda de ladrones y arrogantes que se aprovecharon de la confianza que les dieron los españoles. El problema que también intuyo es que, si lo hacen mal, no nos los quitaremos de encima simplemente con una patada en el culo (o con el voto): vea usted como aguanta el tranviero que manda en Venezuela.
      En fin, que dios reparta suerte.
      Gracias por sus comentarios. Y buen verano.

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