Durante el siglo XIX España era
expoliada por tipos como el duque de Riánsares, marido de la reina, Urdangarín de su época. O el marqués de Salamanca,
político y financiero. Cuyo cuñado, Agustín Heredia industrial siderúrgico,
empleaba gitanos que, agradecidos tomaban su apellido. Entre todos vaciaban el
tesoro consiguiendo grandes fortunas a costa de la construcción de líneas
férreas. Ellos se hicieron ricos. Pero modernizaron el país, lo introdujeron en
el siglo XX.
Hasta no hace mucho, cuando un anciano
ingresado en un hospital valenciano necesitaba cama en residencia asistida se
avisaba a la empresa propiedad del político corrupto de turno que se la proporcionaba
inmediatamente. Ahora, tras el cambio de gobierno, cesó la corrupción. Hoy el
anciano se pasa semanas, e incluso meses esperando, ocupando cama hospitalaria,
con su correspondiente gasto, e impidiendo la correcta explotación de la misma.
Y es que hay algo que nos arruina más
que la corrupción: la INCOMPETENCIA.
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