… Lo que hizo, por bien de paz, soltar
la mano derecha, que tenía asida al arzón trasero, con el cual, bonitamente y
sin rumor alguno, se soltó la lazada corrediza con que los calzones se
sostenían, sin ayuda de otra alguna, y, en quitándosela, dieron luego abajo, y
se le quedaron como grillos. Tras esto, alzó la camisa lo mejor que pudo, y
echó al aire entrambas posaderas, que no eran muy pequeñas. Hecho esto (que él
pensó que era lo más que tenía que hacer para salir de aquel terrible aprieto y
angustia), le sobrevino otra mayor, que fue que le pareció que no podía mudarse
sin hacer estrépito y ruido, y comenzó a apretar los dientes y a encoger los
hombros, recogiendo en sí el aliento todo cuanto podía; pero, con todas estas
diligencias, fue tan desdichado, que, al cabo, vino a hacer un poco de ruido,
bien diferente de aquel que a él le ponía tanto miedo…
MIGUEL
DE CERVANTES (El ingenioso hidalgo don Quixote de la Mancha)
Y
es que no hay como saber decir bien las cosas…
No hay comentarios:
Publicar un comentario