…En los años 60 del siglo
pasado, cualquier taxista presumía de tener un hijo cirujano en La Paz y una
hija que estudiaba Física Cuántica en Múnich; además, el propio taxista
cultivaba lechugas y tomates en el huerto que había heredado de sus padres en
el pueblo…
MANUEL VICENT
Es lo que nos cuenta el
autor de la cita, conocido escritor arrimado más bien a la “progresía”, en una
de sus últimas novelas.
Por aquella época, el
pequeño generalote que mandaba en nuestro país ordenó que se nos aplicara una ingeniería
social que hoy podría calificarse hasta de izquierdas: además de despótica,
facilitaba ideales igualitarios. Aunque a mucho clasista le pese, aquella
política consiguió que gentes de origen humilde, con esfuerzo y con trabajo,
pudieran ascender hacia una clase media dominante. Incluso uno de los taxistas pudo,
años después, presumir de que una de sus nietas se calzase al jefe del Estado al que complació de tal modo que la hizo su reina (y de paso, la de todos).
Sin embargo, España volvió a
involucionar. Hoy, la ingeniería social (eso que también podríamos denominar
totalitarismo) nos ha llevado a que un tipejo, nieto de un forajido e hijo de
un terrorista, pueda aspirar al puesto de Primer Ministro. El bicho,
convertido en adalid de los perroflautas,
ya tiene a sus compinches disfrutando de cotas de Poder, a los cuales ya estamos
soportando en diversas administraciones.
¡Vamos mejorando! ¡Al paso del cangrejo! …
¡Vamos mejorando! ¡Al paso del cangrejo! …
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