Estamos
del fomento mediático del cáncer hasta los mismísimos. Quienes lo vivimos en
carnes propias o en la de seres queridos, queremos pasar página.
Estamos
hartos de ver a idiotas en festivales pro-cáncer. Nos repugna el toque a la
fibra sensible del consumidor (y a los cojones del enfermo) en rastreros
anuncios publicitarios. Y ya está bien de pedir limosna en nombre del canceroso
para instalar mármoles en hospitales subvencionados.
Nadie
es héroe por vencer al cáncer. Al cáncer lo vencen los médicos que se dejan la
piel tratándolo. El valor del paciente es su confianza en facultativos
competentes, bien elegidos. Tan digno es quien vence al cáncer como quien
fracasa ante la enfermedad. Quien presume de vencer al cáncer está degradando
al que ha sucumbido, cuya actitud quizá fue más admirable, pero tuvo peor
suerte.
Los
que sufrieron cáncer y se curaron, deben ser discretos. La parafernalia montada
alrededor de la enfermedad, sólo para sacar pasta, debería callar para siempre.
Permítama decir sólo dos cosas al respecto.Primero que los pacientes también tienen un papel importante en la recuperación, por supuesto sin olvidar el mérito de los galenos responsables de su tratamiento. Y por último y sobre el cancer, me parece una solemne tontería el referirse a ella cuando alguien fallece como "larga enfermedad", y no decir "cancer" algo típico en estos tiempos de corrección política.
ResponderEliminarEfectivamente, en la curación del cáncer y de cualquier otra enfermedad, el papel más importante lo desempeña el enfermo, queriéndose curar. El médico aplica sus conocimientos, tal como es su obligación, y ya está. Estoy de acuerdo con usted (quizá yo no me expresé bien), y le agradezco su puntualización.
EliminarEl cáncer es una experiencia de vida y una experiencia de muerte. A las personas que se curaron (hoy en día muchos, afortunadamente), les suele enriquecer y mejorar en muchos aspectos. Pero tienen derecho a pasar página, a olvidar. Yo lo que intento criticar es tanta estupidez morbosa que existe alrededor de la enfermedad, con finalidades poco altruistas, y que machacan donde más le duele al que la pasó.