¡Que tropa! ¡Joder, qué
tropa!
ROMANONES
Cuando una comunidad pretende trabajar en equipo reúne a todos sus
componentes para discutir los pros y contras de cualquier resolución, tomando
decisiones acordes con las ideas de todos los participantes.
Sin embargo lo habitual en nuestro país es que alguien, desde su
nivel en el escalafón, disponga su ocurrencia y la imponga a los demás. Los cuales,
molestos con la actitud, le responden como se hacía con las órdenes que daban los
sargentos chusqueros: asintiéndole, y luego cada uno se escaquea como puede.
Por eso muchas veces el ordenante, siendo responsable del
desaliento que provoca el ninguneo hacia el resto del grupo, se sorprende por
la falta de interés que generan sus deseos. Es lo que le pasó a aquel reconocido
cacique conde de Romanones cuando, sorprendido, se percató de que nadie contaba
con él y, desengañado, denigró a los académicos con su conocido exabrupto:
¡Joder, que tropa!...
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