La salud es
el bien más preciado. Por eso, todo régimen político, incluso los no
democráticos, cuida de su sistema sanitario.
En los
albores del siglo XX, Antonio Maura creó para España el
llamado Instituto Nacional de Previsión, cuyo cometido era la protección
social del trabajador. Posteriormente, una de las primeras actuaciones sociales
del régimen franquista fue la de incluir dentro del
antiguo INP el llamado Seguro Obligatorio de Enfermedad que
constituyó el germen del sistema de Salud que hoy disfruta nuestro
país y que, a pesar de sus defectos, es uno de los mejores del
mundo.
Cuando llegó el actual régimen democrático, nuestro
modelo sanitario ya llevaba años funcionando (muchos ignorantes aun creen que
lo inventó Felipe y sus sevillanos del 82). Pero del
sistema inicial se mantuvieron vicios que ya deberían haberse
erradicado.
En su
origen el patrón fue individual. Médicos de
cabecera y especialistas de cupo sacaron adelante la sanidad
durante los años de franquismo. A éstos se sumaban los “Servicios Jerarquizados
de la Seguridad Social”, que se encargaban de la asistencia en
los hospitales.
En aquella época, la estructura
hospitalaria adquirió un modelo de organización totalitaria. Los
servicios eran gobernados por un adicto al régimen, elegido entre los
llamados “Falangistas Valerosos” del momento. Conocido fue un
cirujano llamado Lafuente Chaos que desde Madrid dominó la cirugía
española y que, además de presidir diversos saraos (la Federación de Futbol,
por ejemplo) fue procurador en las Cortes de todas las legislaturas
de Franco. O el fascista Enríquez de Salamanca, beato de
pro, que al finalizar la guerra civil despojó de
sus cátedras a prestigiosos maestros, supliéndolos por carcamales arribistas de camisa vieja y brazo en alto.
Sin olvidarnos del nazi Vallejo Nájera padre.
Aquellos “jefes” de hospital eran individuos de
su tiempo. Se rodeaban de subalternos (unos vocacionales, otros
pelotilleros, aduladores, o hijos y demás parientes) que se dejaban explotar
para aprender de ellos lo que podían. Una vez “formados”, algunos vivían a
la sombra de sus superiores. Los más decididos, huían a
nuevos hospitales para (tras conseguir su aval de afecto) convertirse
en jefes noveles, aplicando el modelo. Los especialistas sensatos ejercían
de forma autónoma en “servicios no jerarquizados” (los hoy reconvertidos
en centros de especialidades). Muchos alimentaban a su familia a costa de sus
consultas privadas desde las que algunos pegaban considerables sablazos.
El sueldo del médico rural de aquella
época (paga oficial e igualas) podía ser diez veces superior al de un
facultativo hospitalario. Así que los sanitarios de prestigio ejercían
anónimamente en los pueblos españoles. Los puestos hospitalarios (en
sus diversos estamentos) estaban tan despreciados que hasta un pastelero
conseguiría plaza de jefe de servicio (de Hematología) tras inaugurarse el
primer hospital La Fe de Valencia.
El “cupo”, gracias a estar aislado
del clientelismo del gran hospital, fue lo más rentable del
sistema de Salud durante los años de la oprobiosa, incluso cuando
el titular de la plaza era algún cacique de hospital a quien le
hacía el trabajo cualquiera de sus mejores meritorios. Pero llegó
el “modelo sueco” implantado tras el advenimiento del hermano
de Juan Guerra (un tal Alfonso), consistente en cubrir las parcelas
de poder con individuos fieles al partido (es decir más o
menos lo mismo que cuando Franco), e integraron los
cupos en el hospital, funcionando alrededor de los falangistas (de
los que quedaban, o de los nuevos). Modelo perpetuado por la derecha
conservadora, tan corrupta o más que el socialismo al que reemplazó.
Así pues, al viejo falangismo de las jefaturas asistenciales hospitalarias le ha sucedido el nuevo que, junto a la endogamia familiar, constituye el vicio contaminante de la mayoría de los ámbitos dependientes de la Administración (hospitales, universidades, etc.) y que los ha dejado como un erial de pensamiento. Hoy persiste ampliamente el modelo franquista en la provisión de la puntas de las pirámides laborales de la sanidad pública, que demasiadas veces vemos conquistadas por nuevos falangistas (de derechas y de izquierdas, que de ambos tipos siempre hubo).
Diversos son los especímenes acomodados en la cúspide organizativa sanitaria (médica o enfermería) de los hospitales españoles de hoy. Provienen de orígenes variados: los que llegan desde la política, convertidos en Sanchos, conquistadores de su Isla Barataria, convencidos de que el cargo es “lo suyo”, lo que se han ganado merecidamente tras los servicios prestados al partido. Otros llegan por endogamia familiar, perversión extendida en el ambiente desde época inmemorial. Tenemos también a destacados profesionales que consiguen cargo por reconocimiento a su prestigio y que suelen ser respetados por el resto del grupo. Y, finalmente, los que llegan porque alcanzaron la edad.
Pero, vengan de donde vengan ¿sabrán gestionar?, ¿poseerán cualidades? O más bien, no tendrán ni idea, y acabarán como Cagancho en Almagro. Convirtiendo el entorno en un desastre para sí y para los que le rodean. Porque para manejar con éxito los recursos humanos de cualquier organización es imprescindible poseer el talento organizativo necesario para justificar dicho trabajo. Además, tener capacidad de liderazgo, carisma, saber trabajar para los demás y ser respetado por éstos. Y también la empatía para, situándose en el sitio de sus compañeros, sacarles lo mejor para que estén a gusto y rindan al máximo.
Vemos puestos de directivo ocupados por tipos competentes, que cumplen los requisitos descritos, que saben gestionar, ponerse al servicio de sus subordinados para los que constituyen una verdadera suerte. Pero junto a éstos, bailan otros que son egoístas, que utilizan su puesto para mangonear y promocionar sus intereses privados, olvidándose de todo lo que les incumbe. Y lo curioso es que, fuera cual fuese la puerta por la que llegaron a su sitial (la principal, la trasera, la ventana o la gatera) es algo independiente de su comportamiento posterior. Afortunadamente.
Así pues, al viejo falangismo de las jefaturas asistenciales hospitalarias le ha sucedido el nuevo que, junto a la endogamia familiar, constituye el vicio contaminante de la mayoría de los ámbitos dependientes de la Administración (hospitales, universidades, etc.) y que los ha dejado como un erial de pensamiento. Hoy persiste ampliamente el modelo franquista en la provisión de la puntas de las pirámides laborales de la sanidad pública, que demasiadas veces vemos conquistadas por nuevos falangistas (de derechas y de izquierdas, que de ambos tipos siempre hubo).
Diversos son los especímenes acomodados en la cúspide organizativa sanitaria (médica o enfermería) de los hospitales españoles de hoy. Provienen de orígenes variados: los que llegan desde la política, convertidos en Sanchos, conquistadores de su Isla Barataria, convencidos de que el cargo es “lo suyo”, lo que se han ganado merecidamente tras los servicios prestados al partido. Otros llegan por endogamia familiar, perversión extendida en el ambiente desde época inmemorial. Tenemos también a destacados profesionales que consiguen cargo por reconocimiento a su prestigio y que suelen ser respetados por el resto del grupo. Y, finalmente, los que llegan porque alcanzaron la edad.
Pero, vengan de donde vengan ¿sabrán gestionar?, ¿poseerán cualidades? O más bien, no tendrán ni idea, y acabarán como Cagancho en Almagro. Convirtiendo el entorno en un desastre para sí y para los que le rodean. Porque para manejar con éxito los recursos humanos de cualquier organización es imprescindible poseer el talento organizativo necesario para justificar dicho trabajo. Además, tener capacidad de liderazgo, carisma, saber trabajar para los demás y ser respetado por éstos. Y también la empatía para, situándose en el sitio de sus compañeros, sacarles lo mejor para que estén a gusto y rindan al máximo.
Vemos puestos de directivo ocupados por tipos competentes, que cumplen los requisitos descritos, que saben gestionar, ponerse al servicio de sus subordinados para los que constituyen una verdadera suerte. Pero junto a éstos, bailan otros que son egoístas, que utilizan su puesto para mangonear y promocionar sus intereses privados, olvidándose de todo lo que les incumbe. Y lo curioso es que, fuera cual fuese la puerta por la que llegaron a su sitial (la principal, la trasera, la ventana o la gatera) es algo independiente de su comportamiento posterior. Afortunadamente.
La empresa pública (y la privada) precisa
de directivos que organicen, no a majaderos que sólo sepan
crear problemas. Porque cuando alguien acude a su trabajo va a
enfrentarse a las dificultades que le plantee su faena. No a
pelear con líos que le pueda crear un ambiciosillo de tres
al cuarto que perdió la brújula.
Y es que si no se cuida al trabajador, éste no se involucra en el esfuerzo común que constituye una empresa, y no se preocupará por racionalizar los consumos. Incluso podría provocar gastos superfluos. Ello acaba arruinando cualquier negocio.
Dicen que “el que parte y reparte se queda con la mejor parte”. Yo añadiría que si no se queda con la mejor parte seguramente es porque es tonto e, irremediablemente, repartirá mal. Así que es tolerable que un dirigente mantenga privilegios. Pero siempre que no se olvide de que el Poder es servicio, que obliga a facilitar las cosas a sus administrados. Sin aprovecharse.
Muchos profesionales de élite prefirieron dedicarse a su vocación sin meterse a manejar recursos humanos. Cuando, al final de su carrera son preguntados en la intimidad acerca de lo peor que pasó a lo largo de su vida profesional, apuntan que fue tener como peor enemigo a su jefe de servicio. Alguno incluso confiesa que, para evitar enfrentarse a estos pájaros, optó por ocupar su puesto, lo que les acabó de perder.
Y es que si no se cuida al trabajador, éste no se involucra en el esfuerzo común que constituye una empresa, y no se preocupará por racionalizar los consumos. Incluso podría provocar gastos superfluos. Ello acaba arruinando cualquier negocio.
Dicen que “el que parte y reparte se queda con la mejor parte”. Yo añadiría que si no se queda con la mejor parte seguramente es porque es tonto e, irremediablemente, repartirá mal. Así que es tolerable que un dirigente mantenga privilegios. Pero siempre que no se olvide de que el Poder es servicio, que obliga a facilitar las cosas a sus administrados. Sin aprovecharse.
Muchos profesionales de élite prefirieron dedicarse a su vocación sin meterse a manejar recursos humanos. Cuando, al final de su carrera son preguntados en la intimidad acerca de lo peor que pasó a lo largo de su vida profesional, apuntan que fue tener como peor enemigo a su jefe de servicio. Alguno incluso confiesa que, para evitar enfrentarse a estos pájaros, optó por ocupar su puesto, lo que les acabó de perder.
La Ley de Memoria Histórica debería aplicarse
al advenimiento de nuevos falangistas valerosos a los puestos
de gestor. Y modernizar el modelo administrativo. Reconociendo que los
gestores son necesarios, el profesional de base de cualquier estamento
sanitario necesita de la autonomía requerida para desarrollar
correctamente su función.
Seguramente el sistema descrito se repite en otros negociados de la Administración española. Y, según parece, la cosa es peor entre el personal que trabaja para las multinacionales privadas
Seguramente el sistema descrito se repite en otros negociados de la Administración española. Y, según parece, la cosa es peor entre el personal que trabaja para las multinacionales privadas
Le felicito por descripción de la Sanidad pública española y por extensión de la Administración. Conozco algo la gestión de la Universidad, también pública y es para echarse a llorar: endogamia, clientelismo, voto censitario. Y lo peor es que la institución no está dispuesta a cambiar, aún siendo plenamente consciente que está anclada en la Edad Media. Lamentable
ResponderEliminarBueno, si nos informamos sobre cualquier episodio de la historia de España reciente o pasada veremos que la mayoría de los puestos de responsabilidad de todas las épocas han estado ocupados por verdaderos gilipollas. Les dejamos que se los apropien, y acabamos sacándolos a hostias. Y vuelta a empezar. En los hospitales, las Universidades, los partidos políticos, la judicatura politizada, y en todos los ámbitos de la Administración.
EliminarDe lo poco salvable a nivel de preparación fueron los tecnócratas. Laureano López Rodó, Mariano Navarro Rubio y Alberto Ullastres, sacaron en pocos años a España del subdesarrollo, gracias al Plan de Estabilización y los Planes de Desarrollo. Quizás sean la excepción que confirmen la regla. Lástima.
ResponderEliminarBueno, la comparación he hecho con la época más integrista del falangismo franquista, es decir, durante los años 40 del siglo pasado, recién acabada la guerra. A partir de mediados de los años 50, aniquilada la Falange (recuerde que su jefe supremo, el anterior a Franco, Manuel Hedilla, fue condenado a muerte por el régimen), tomaron el Poder del régimen otros grupos de influencia. El Opus Dei fue al que pertenecían aquellos a los que usted se refiere.
EliminarYo, sin ser maniqueo, he querido exponer que, en estos últimos 40 años, en lo que respecta a los que ostentan (o detentan) puestos de responsabilidad, no sólo no hemos mejorado en nada, sino que en muchos casos hemos ido a peor.
Gracias por sus comentarios. Saludos.
Artículo excelente, de verdad, aunque muchísimos de los más jóvenes que nosotros no saben quienes fueron Navarro, Ullastres, López Rodó y un buen grupito de gente decente dentro de aquella selva aprendiz de mamona, pero lejos de los catedráticos teteros que nos han salido por todas partes… Al fin y al cabo, memoria histórica, con los sugerentes matices diferenciales del momento.
ResponderEliminarMuchas gracias por el artículo. Y repasaré lo que tienes el el blog.…
Un abrazo
Me alegro de que te guste.
EliminarMi crítica se dirige al vicio que tenemos de copiar lo malo, más que lo bueno.
Gracias por tus comentarios. Un abrazo
Genial, y muy de acuerdo.
ResponderEliminarUn abrazo!
Gracias por leerlo. Me alegro de que te guste.
EliminarCreo que lo que has escrito es un fiel reflejo de la historia de nuestro pais,incluyendo estos momentos que estamos expectantes a la actuacion politica del tripartito;A mi me deprime los resultados que obtuvo en cataluña,que no deberia ser igual.
ResponderEliminarEres valiente Vicente,siempre lo has sido,y por eso debes guardarte de tu proximidad; El articulo sensacional¡¡ Que compendio¡¡ Con ese analisis,derian nombrarte conseller de sanidad.
Sigue asi. Un fuerte abrazo.
Creo que lo que has escrito es un fiel reflejo de la historia de nuestro pais,incluyendo estos momentos que estamos expectantes a la actuacion politica del tripartito;A mi me deprime los resultados que obtuvo en cataluña,que no deberia ser igual.
ResponderEliminarEres valiente Vicente,siempre lo has sido,y por eso debes guardarte de tu proximidad; El articulo sensacional¡¡ Que compendio¡¡ Con ese analisis,derian nombrarte conseller de sanidad.
Sigue asi. Un fuerte abrazo.
Espero que se espabilen los del tripartito, porque en caso contrario acabarán a bofetadas. Y no tengo nada claro que acaben con el “falangismo”. Es más, me temo que lo van a aumentar. Pero, les daremos el margen preceptivo de que empiecen a hacer algo.
EliminarDe nuestra proximidad, en este país tan cainita, debemos cuidarnos absolutamente todos.
Me alegro de que te guste el artículo. Pero si me dieran cualquier cargo, creo que acabaría convirtiéndome el algo muy parecido a lo que estoy criticando. Una cosa es tener ideas, ser capaz de analizar o criticar, y otra es hacerlo mejor que los criticados.
Gracias por tus comentarios. Un abrazo.
Me ha gustado. Esta dentro de tu línea: duro y realista. Las frases que empleas son contundentes y bien redactadas. El enfoque que le das a la sanidad visto desde tu punto de vista es bastante realista y deteriorado a lo largo de los años.
ResponderEliminarMe alegro de que te guste. Efectivamente, mi visión es un poco pesimista. Pero como dijo áquel, el inconformismo de los pesimistas es más creativo que cualquier optimismo.
EliminarUn abrazo.
Me ha impresionado tu artículo. Me ha impresionado porque, una vez más, me siento totalmente identificado con lo que dices. Es de una claridad de exposición aplastante. Y manejas datos y nombres que yo no recordaba pero que me han removido los posos del desastre de vida profesional que muchos hemos tenido y que nos la hacen acabar de modo irregular por lo discriminatorio e injusto de la jubilación forzosa para una serie de alimañas subtelúricas que es lo que debemos ser los médicos para esta sociedad. Ya sabes que en nuestro Estatuto de Sanidad dice que la jubilación es a los 70 años. Pero con una ley basta para atentar contra derechos fundamentales. ¡Qué pena! Y qué bien comienzas señalando que cualquier sociedad debe cuidar y cuida su sanidad. No así la nuestra, claro.
ResponderEliminarCreo que deberías enviarlo a algún periódico porque merecería ser publicado.
En cualquier caso considero un privilegio que lo hayas compartido conmigo.
Un abrazo
Me alegro de que te guste. Efectivamente, nos dan por todos los lados. Y estamos rodeados de idiotas, de cualquier nivel. Cien años nos ha costado que funcione nuestra Sanidad, y estamos dejando que se la carguen una panda de gilipollas.
EliminarGracias por leerme. Un abrazo.
Gracias por la quebrancía. En general estoy de acuerdo contigo. Ya sabes lo que hemos tenido que "padecer" en los últimos tiempos.
ResponderEliminarUn abrazo.
A mí me da la sensación que he tenido que padecer el “tema” durante toda mi vida profesional. No sé. A lo peor es por mi culpa.
EliminarGracias por leerme. Un abrazo.
Buen articulo Vicente aunque creo que has sido un tanto blando en ciertos aspectos, me refiero al sistema, que ha hecho posible que existan esos sujetos, Desgraciadamente y a pesar del tiempo trascurrido, se mantienen las mismas estructuras viejas y rígidas inamovibles, obsoletas, un sistema piramidal, en el más puro sentido de la palabra, en que nada se mueve si no es con el beneplácito del "Massa", protegido, este por la dirección, que a la vez mediante corto feedback se alimenta del primero. Cualquier intento de innovación, cambio, propuesta, o destaque, será rápidamente cercenado de un solo tajo como. En fin un sistema decimonónico que no han sabido o querido modificar para adecuarlo a estos nuevos tiempos del XXI.
ResponderEliminarIntentaremos ser más duros en otra entrada en la que critiquemos al sistema. Que estés de acuerdo con mis ideas me las corrobora, ya que tú has tenido tanta o más experiencia que yo en estos aspectos. Y las nuevas tendencias políticas estrenadas en España no han tardado en demostrarnos que son como los de siempre. Así que nos daremos por jodidos.
EliminarGracias por tus textos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias a ti
EliminarMe alegro de seguir tus lecturas....para mí siempre interesantes.
ResponderEliminarUn abrazo
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarMe alegro de que te gusten.
EliminarUn abrazo
Leído y contestado.
ResponderEliminarExcelente artículo.
Gracias
EliminarTienes mucha razón. España siempre ha sido un país de falangistas. Los nuevos falangistas de hoy son los de Podemos. No hay más que verle el careto a Iñigo Errejón. No tenemos remedio. Repetiremos nuestra historia una y otra y otra vez.
ResponderEliminarLos de Podemos son los novísimos falangistas. Al careto de Errejón siempre le faltará el bigotito para completar la imagen. Pero todos sus antecesores, con o sin bigote, también lo han sido. Así que vamos a peor.
EliminarMe has llegado al alma....
ResponderEliminarAparte de que está perfectamente redactado es que he podido identificar completamente a mi jefe.
Lo he impreso y lo he subrayado y pegado en el tablón de anuncios del hospital.
Un abrazo.
Me alegro, de que te guste.
EliminarY que hayas detectado situaciones similares.
Un abrazo.
Muy buen análisis. Habría que trasladar la exposición a los paracaidistas/oportunistas/partidistas-dependientes que llegan de fuera a otros Hospitales Públicos, a los agravios comparativos en las jubilaciones forzosas para unos a los 65 años y para los "profesores" (círculo endogámico e inaccesible fuera del mismo) a los 70 ¿cómo lo ves?. ¿Un ejemplo a seguir? ... políticos que no entran en la ley, vease como ejemplo a la alcaldesa actual de Madrid con mas de 70 o al de Valencia con mas de 65 ....¡Si fueran como se debe ser, deberían arreglar esto!.
ResponderEliminarFelicidades Dr. Martí por el escrito, humor e inteligencia combinan bien. Le animo a redactar uno con los datos que le insinúo, hay muchos médicos que han dado su trabajo a la Sanidad pública sin ser jefes, pero haciendo la "marca registrada" de su Hospital y, la generación que la ha dotado de saber, cariño y dedicación con su meta profesional puesta en los 70 años, sufre estas decisiones de gente sin decencia que legisla con agravios y diferencias, sin consultar, sin pedir opinión, haciendo daño. ¡Deberían probar su propia medicina! ¿Quién arregla esto? ¿Quién lo denuncia? ¿A quién le importa? Hay una pérdida de saber, de experiencia y pierde la Sanidad, pierden los enfermos, pierden los médicos ...La jubilación es un derecho, no una obligación ...
Gracias por sus opiniones.
EliminarEl tema de las jubilaciones es algo muy delicado que no sabría por dónde abarcarlo. A mí me quedan unos escasos cinco años, y veremos cómo me lo tomaré. Algunos compañeros obligados a jubilarse, se lo toman mal. Otros, hartos del ambiente, se jubilan anticipadamente. De los que prolongan, unos rinden al máximo, otros viven a costa de sus compañeros. Magníficos profesionales de enfermería han huido del ambiente creado por los impresentables gestores que sufrimos, yéndose sin perder poder adquisitivo. El médico, si se jubila, va a perder un importante porcentaje de su sueldo al que tiene que adaptar su situación familiar. Dada la miseria social y económica a la que nos han abocado los políticos, creo que no ha sido oportuno el momento de modificar la regla de jubilación. Pero habría que valorar bien cuáles son los motivos por los que deseamos prolongar.