sábado, 27 de febrero de 2016

LAS HIJAS DE LAS PORTERAS

Durante el s. XX, la portera fue figura característica en todo edificio. Venían del pueblo, emigrando a la ciudad con su familia. En la portería tenían vivienda. A cambio de casa, la mujer se ocupaba del mantenimiento de la finca. Gente valiente y emprendedora en busca de mejorar. El marido encontraba trabajo en fábricas o servicios. Con los ahorros y lo que sacaban de vender propiedades del pueblo acababan comprándose un pisito a plazos, donde se mudaban finalizando felizmente su aventura.
Era gente que consideraba primordial educar a los hijos. Viviendo en ciudades, muchos descendientes de aquellas porteras alcanzaron el máximo grado universitario.
El tiempo y los abusos se las llevó para siempre. Pero ese carácter permanece en las hijas, que hoy destacan en muchos ámbitos profesionales. Éstas hicieron algo importante: aprovechar las oportunidades que se les dio. Pero fueron aquellas porteras, sus madres, las que obraron lo principal. Hoy son modelo de mujer trabajadora.

sábado, 6 de febrero de 2016

IMBÉCILES SOBRE RUEDAS

   Así definía a los ciclistas el periódico francés Le Figaro. No estoy de acuerdo con tan categórica afirmación. Poseo mi propia bicicleta con la que he disfrutado mucho y sigo haciéndolo, aunque ahora de manera esporádica. Además, conozco a mucha gente que también la utiliza de forma prudente y respetuosa tanto con el ambiente como con las demás personas y vehículos.

   Muchas ciudades españolas gobernadas por ediles postmodernos han construido unos carril-bici que, en la mayoría de casos, son ilegales. El Reglamento General de Circulación regula el desplazamiento de vehículos y personas en los lugares públicos de todo el ámbito nacional; su artículo-121 apartado-5 dice:  LA CIRCULACIÓN DE TODA CLASE DE VEHÍCULOS EN NINGÚN CASO DEBERÁ EFECTUARSE POR LAS ACERAS Y DEMÁS ZONAS PEATONALES. Esta ley es de rango superior a las normas que reglamentan los carril-bici, reglado por Ordenanzas Municipales; sobre la velocidad de las bicicletas nos dicen que EN CARRILES-BICI SOBRE LAS ACERAS, LA VELOCIDAD MÁXIMA SERÁ DE 15 KM/H; y que cuando dicho carril esté EN CALLES Y ZONAS PEATONALES, LA VELOCIDAD MÁXIMA SERÁ DE 10 KM/H. Sin embargo, comprobamos que en tales espacios circulan impunemente sobre su bicicleta numerosos imbéciles a más de 50 km/h, incluso cuando la velocidad permitida para automóviles por esa misma zona es de 30 km/h.

    Muchos de estos idiotas invaden parques, jardines o paseos marítimos, circulando por donde les viene en gana, por el carril o por fuera de él, a toda leche. Ponen en peligro la integridad de la gente, incluidos ancianos y niños. De manera abusiva, porque la policía vigilante recibió órdenes de sus impresentables superiores políticos para hacer la vista gorda. Los munícipes, en su afán de conseguir votos de los ecológicos energúmenos sobre ruedas, muestran igualmente imbecilidad al olvidar que el peatón cabreado también vota.

   Otros munícipes, verdaderamente gilipollas, patrocinaron carril-bici sobre las aceras que rodean algunos hospitales. Enfermos, visitantes y ambulancias deben competir con enloquecidos ciclistas cuando salen de Urgencias, Rehabilitación o de cualquier otro pabellón. Porque siempre hay algún tonto rodante convencido de que tiene la preferencia.

   Esporádicamente vemos a algún ciclista circulando por la calzada. Pero pocos son los que respetan las normas de tráfico: ni señales, ni semáforos, ni pasos cebra. Muchos gustan de vestir ceñidas indumentarias que muestran sus diversas deformidades corporales; el problema es que se atavían de colores oscuros, imposibles de distinguir en horas de poca luz. Añadimos que únicamente las bicicletas de alquiler llevan luces. Y que el ciclista circula con auriculares que impiden percatarse de la presencia del automóvil. Pues será fácil atropellarles: el ciclista, junto a su estulticia se llevará la peor parte.

    Hace ya muchos años que dejé de salir en bicicleta por carretera. El verme perseguido por camiones de gran tonelaje me acongojó, y no lo hice más. Sin embargo, cuando circulo en coche veo a muchos insensatos marchando en parejas o tríos obstruyendo, por sus cojones, cualquier carretera sin arcén. Y ello sin distinguir si el que les persigue es paciente y respetuoso con ellos, o más bien un loco cargado de una mezcla de estupefacientes, que si se cabrea los mata.

  En toda guerra pagaron justos por pecadores: posible será que le ocurra el accidente al ciclista más sensato. Pero otras veces, es el imbécil sobre ruedas el que lo provoca. Y el que sean ellos los que vayan a sufrir el mayor daño físico (que el psicológico se lo llevan todos) no les redime de su imbecilidad.

  Cuando algún peatón, por despiste o necesidad invade el carril ciclista, aun siendo un seto ilegal pintado sobre la acera, los imbéciles, convencidos de su preferencia, se ponen como unos cafres obligándoles a abandonarlo, incluso a golpes. Y al caminante no le queda más remedio que defenderse lanzándoles a la cabeza, antes de que escapen, lo primero que se tenga a mano.

    La permisividad demagógica le genera al estúpido la creencia  en su derecho a hacer lo que le sale del arco del triunfo. Lo cual conduce a que prevalezca la ley de la selva. Y, en nombre de dicha ley, a uno le entran ganas de inundar las aceras y los carril-bici con puntiagudas chinchetas. Lo merecen los susodichos mentecatos. Pero podrían también clavárselas los inocentes perros de la calle, y eso nos disuade. Hemos visto a más de un anciano que sale a pasear con su bastón, más que para apoyarse, para arrearle al ciclista impertinente.

   La bicicleta es un vehículo de tracción animal. Muchos de los animales que tiran de ella, más que humanos, son verdaderamente unos bichos salvajes. Todos conocemos a algún transeúnte que sufrió en sus carnes el trauma provocado por algún imbécil rodante.


   Los amantes de la bicicleta deberíamos denunciar intensivamente esas actitudes. Tanto las de los ciclistas incivilizados, como las de permisividad de mandatarios hacia los imbéciles que pedalean. Ciclista y peatón (aun siendo la misma persona) no son compatibles, así que si queremos promocionar la bici segura, es necesario construir circuitos exclusivos y con garantías para que quien pedalea pueda circular disfrutando sin peligro para nadie.