Tejidos, máquinas,
drogas, objetos de arte, instrumentos de trabajo, fruslerías de moda, etcétera,
importadas sin suficiente compensación en la balanza de exportaciones, son oro
que se nos quita, vida que se nos escapa, fuerza con que el extranjero forjará
quizá las cadenas de la esclavitud del mañana.
SANTIAGO RAMÓN Y CAJAL
Pues la energía que compramos al extranjero nos lleva a la
miseria. Pero muchos paisanos incautos revestidos de ecológicos, sometidos al timo y subvención
de las renovables, se oponen a las nucleares y a las prospecciones
petrolíferas.
Persistimos, tanto o más, en la miseria económica, intelectual y
social que hace cien años criticaba Cajal. Sí, Cajal, ése que se dedicaba a la
Histología pero que, practicando su gimnasia mental, opinaba sobre las cosas
que le rodeaban.
Compramos
los trastos a los chinos como en el tiempo del Galeón de Manila. Y preparamos a
los jóvenes para luego echar de España a los mejores, que es lo que nos convertirá en esclavos definitivamente.