jueves, 31 de julio de 2014

DELECTAMENTUM

Vulvas de cerda rellenas:
Preparar el relleno. Picar carne de cerdo con pimienta machacada, cominos, la parte blanda de dos puerros, ruda y liquamen. Añadir a la mezcla pimienta en grano y piñones. Rellenar las vulvas bien limpias. Cocer en agua enriquecida con aceite, liquamen, eneldo y un pequeño manojo de puerros.
APICIO (citado por Grande Covián)

Esta es una de la famosas recetas de Apicio, el cocinero más conocido del Imperio Romano.
Pues ahí va, por si a alguien le apetece probar este delectamentum (delicatesen). Y no os olvidéis del liquamen, que es una exquisita salsa elaborada con tripas y demás vísceras abdominales del escomber (pescado hoy denominado caballa). Durante el Imperio, la factoría más apreciada de dicho adobo se hallaba junto a Cartagena (Escombreras).
No pongáis cara de asco. Seguro que este verano comeréis guarradas similares en cualquier japonés.

jueves, 24 de julio de 2014

TOALITARISMOS

Las peores dictaduras no sólo se cimentan sobre el terror público y la omnisciencia policial, sino también, y en gran medida, sobre el envilecimiento moral de la ciudadanía que, por cobardía política o porque es muy fácil acostumbrarse al terror a condición de que sean otros los que lo padezcan, pacta su ceguera, su sordera.
FERNANDO GARCÍA DE CORTAZAR “Los perdedores de la Historia de España”

No es un honor para nadie ser un maldito. Pero anteponer las propias dignidad y honestidad a los intereses de cualquier pelanas, es una indecencia.
No somos viles ciudadanos. Vivimos en un país libre. No callemos ante las infamias de cualquier miserable. Si callamos, otorgamos patente para que nos la metan por todos y cada uno de nuestros agujeros.
¡No tengamos miedo! Los bacalaos somos mucho más numerosos que los tiburones.

jueves, 17 de julio de 2014

NUDISMO Y NATURISMO

El Nudismo y el Naturismo son dos tendencias hoy en boga que frecuentemente se confunden entre sí.
El Naturismo consiste en una serie de creencias destinadas a alcanzar la casi inmortalidad adoptando un estilo de vida armónico con la naturaleza. Actitud que se aplica a las diversas conductas cotidianas. Ocasionalmente, incluye el Nudismo.
Sin embargo, nudistas son los que se creen que ir en pelotas es algo conveniente para su equilibrio físico y moral. Y de eso es de lo que queríamos hablar.
Porque algunos biólogos y antropólogos nos dicen que el ir desnudos es de lo más antinatural. Basan su teoría en que los genitales de casi todas las especies vivas (incluidas las vegetales) suelen estar protegidos de alguna manera y, habitualmente, ocultos. Que sí, que al perro o al gato les tenemos que levantar el rabo para ver si es chico o chica. Y los monos (salvo cuando están satisfaciendo el onanismo) se tapan el sexo.
El hombre se hizo bípedo liberando sus manos, que se convirtieron en el medio de manifestar el intelecto. Así pues, los genitales de hombre y mujer pasaron a exhibirse en un primer plano. Y como la naturaleza es sabia inventó la vergüenza. Que arrancó con la hoja de parra y desembocó en el tanga y los gayumbos, destinados a protegerse las partes nobles. O sea, que lo natural es taparse, no ir mostrando.
Las manifestaciones de la histeria se adaptan a los tiempos, dijo un pensante. Seguramente, una manera moderna de llamar la atención es ésta de publicar los líos mentales a través de un blog. Pero otra, indiscutible, es lo de ir en pelotas por la playa y demás lugares.
A mí no me gustan las playas gregarias, con bañistas metidos los unos en las sombrillas de los otros. Prefiero los litorales salvajes que, aunque escasos, aun quedan por nuestra costa. En mi pueblo hay una extensa franja de duna salvaje, la mitad de la cual ha sido reservada para los nudistas (erróneamente calificada como “playa naturista”). Cuando vas paseando, un letrero que te invita a despelotarte te advierte de que estás a punto de traspasar hacia la zona desnudista. Dice: “TU CUERPO ES BELLO, NO TE AVERGÜENCES DE ÉL”. Bueno, habrá de todo.
Yo no me avergüenzo. Pero reconozco que a estas alturas de mi evolución corporal he conseguido unas hechuras simiescas que me anuncian como apropiado para ir a la playa el ataviarme con un meyba modelo Fraga en Palomares. Sin embargo sigo utilizando el mismo tipo de braga olímpica speedo de nadador años setenta que yo vestía en aquella época cuando lucía estilo en mis competiciones natatorias. Unas tallas más, por supuesto.
Pues bien, cuando llego al límite de ese libertario mundo suelo dar la vuelta y regreso hacia el origen de mi paseo. Sin embargo, ocasionalmente, he penetrado en la zona del despelote. Puesto que la libertad es o no es, yo no me quito el bañador, porque me considero a ese respecto naturista y sólo me saco el pajarito cuando es estrictamente necesario: me preocupa que pueda pasar un escualo mientras me estoy bañando y me lo arranque de un mordisco.
Los más que abundan por allí son ejemplares masculinos solitarios con su colgante al viento. Y para que los pendones cundan, sus dueños los masajean a toda hora, en todo momento, poniéndoselo morcillón, lo que les hace crecer en lucimiento. Algunos con tanto ahínco que resultan hasta un poco marranos.
También es un ejemplar característico el de la  treintañera que luce sus emergentes tetas recién operadas. Prótesis de silicona de las que brotan puntas de pitón de “Vitorino”. Y ostentando los bajos tan rapados como la cabeza de un marine americano.
Más allá me encuentro a un cetáceo tumbado panza arriba. Del final de su barriga cuelga una enorme huevera que descansa sobre la arena. Surgiendo del escroto relucientes destellos que deslumbran al transeúnte. Siento curiosidad por averiguar el origen del resplandor. No sin esfuerzo (había yo cambiado las progresivas por las gafas de sol sin graduar) descubro que provienen de un bosque de piercings con los que el cachalote de los huevos de oro se había pinchado los cojones.
Durante el paseo compruebo que aquel que se acerca agitándosela disimuladamente es un conocido, antiguo amigo al que hacía tiempo que no veía. Él me reconoce, se alegra de verme. Se la suelta y se viene hacia mí. Me saluda efusivamente, me da la mano (la misma  mano diestra con la que agitaba su ariete). Y yo, ¿qué hago ahora? Esto me pasa por mi afición a entrometerme en caminos vedados. Resignación, y adelante.
Más para allá me encuentro, regodeándose, a unos jóvenes padres despelotados que atienden a sus tres cachorros también en pelotas, jugando y comportándose con toda naturalidad.
Junto a los antedichos ha plantado su jaima una “textil” familia “Ulises”  (los que aprendimos a leer con el TBO nos acordamos de la “familia Ulises”) constituida por tres generaciones, incluida doña Filomena (la suegra). Con sus neveras portátiles y sus tapergüeres (eso que los de la época del TBO llamábamos fiambreras). Parece que no encontraron sitio apropiado para instalarse en los varios kilómetros disponibles de playa no nudista.
También contemplo como disfrutan un grupo de hippies veteranos, ya algo decrépitos. Ellas lucen lampiño pincel sexual que no pone inconvenientes a su incontinencia y unas tetas caprinas equiparables a un par de calcetines con una moneda de a euro dentro. Ellos, exhiben la degradación natural de sus cuerpos a los setenta y tantos, mientras restriegan las almorranas sobre las sillas de playa bajo sus sombrillas.
Otro de los cuadros de esta exposición se compone de una sujeta de mediana edad a la que el día de playa le ha pillado a mitad de su periodo de regla. Yace tumbada sobre la arena, espatarrada de manera que permite enseñar el cordoncito que sale de las profundidades de su entrepierna. Entran ganas de acercarse y tirar de él a ver si se le enciende una lamparita que le ilumine toda la maripili. Pero superamos la tentación de intentarlo porque, lógicamente, lo que nos iba a aflorar era un tampón impregnado de detritus mestruales.
Las dunas sirven de pedestal a un nota que enseña su “don del Arcángel San Gabriel”. Por si alguien no lo sabe, en la poesía erótica medieval italiana, dicho don simbolizaba el hecho de haber sido agraciado por el cielo con un enorme cipote. Pues bien, el nota más feo que Picio él, puesto en jarras sobre la arena, enseña sus “encantos” ocultos. Es, sin embargo, un seminudista, porque de cintura para arriba luce una camiseta del Valencia Club de Fútbol. Parece que quisiera decir ¡mirad cómo la tenemos los del Valencia! Y es que si lo más interesante que dios le ha dado al cuerpo de uno es algo que lo debe de llevar siempre encerrado, bien estará que tenga ocasión para presumir de ello alguna vez.
No me asustan los nudistas. Exhiben su afición de contravenir normas y convencionalismos. Y ¿cuál mayor que el vestido? Ello, sin duda despierta mi afinidad hacía ellos. Porque sin molestar, cada uno tiene derecho a hacer lo que quiera. Y el nudismo, practicado con naturalidad puede ser elegante. Aunque no estoy de acuerdo en reconocerlo como algo natural.
A mí lo que lo que me da miedo de las playas son los raqueteros que le dan a la pelotita sin contemplaciones y, si te descuidas, te dejan tuerto.
Pues lo que os he contado es la realidad de un paseo por la playa de mi pueblo.

jueves, 10 de julio de 2014

CRÍTICAS

Nunca rechaces una crítica de entrada, porque podrían estar en lo cierto.
ROY LILLEY

Pues sí, todo podría ser. Así que asumamos las opiniones de los demás.
No rechacemos las críticas que nos vienen de los que tenemos por encima porque, seguramente, su visión del asunto es más amplia. Ellos, desde su posición podrían conocer aspectos que nosotros no hemos llegado a vislumbrar.
Pero, sobre todo, debemos escuchar lo que nos han censurado aquellos que están por debajo. Pensemos en el coraje que demuestra quien se decide a enfrentarse a un superior.

jueves, 3 de julio de 2014

EL PERFUME

Llegamos a una edad en la que nuestra capacidad de seducción por medio de los sentidos la hemos perdido. Se nos ve mayores. Se oyen las tonterías que decimos. El tacto es rugoso, de pellejo. Etcétera. Así que nuestra capacidad de atraer se limita a dos ámbitos. Al tamaño, que sí importa (de la cartera, me refiero). Y al aroma que desprendemos.
Será por eso que me gusta oler bien. Así que me lavo, me cambio a menudo de ropa y mejoro mis efluvios con una fragancia elegida.
Hace unos días entré en una tienda de perfumes buscando alguna novedad sofisticada y personal. Entre las que me ofrecieron había una, personalizada, no recuerdo su nombre. La encargó elaborar un famoso corredor automovilístico cuando iba a abandonar las competiciones para así evocar sus campeonatos. Los componentes aromáticos eran cuero, neumático gastado y gasolina. Tenía su punto, pero a lo que apestaba es a taller mecánico.
Yo, próximo a retirarme, les he encargado una colonia que evoque las refinadas esencias entre las que se desenvuelve la Cirugía. Olería a pus, a heces y a sudor frío de quirófano. Ahora estoy cavilando el cómo titularlo. Lo que no tengo claro es si con ese tufo iba a ser capaz de seducir a nadie.